miércoles, 10 de septiembre de 2025

YO, TEMPLARIO de Verónica Martínez Amat


✨YO, TEMPLARIO✨
✒️ Verónica Martínez Amat 
📚 Istoría Editorial 
📖 448 páginas 

Hay libros que te cuentan una historia, y otros que te acompañan durante días, que se quedan en ti como una pregunta latente. 
En Yo, templario, la autora nos sumerge en una Edad Media que no se limita a castillos y cruzadas, sino que respira a través de personajes que buscan su lugar en un mundo que los margina, los desafía y, a veces, los transforma. 
Esta novela no es una crónica de hechos, sino una travesía emocional y moral que se despliega entre espadas, silencios y decisiones que pesan más que cualquier armadura.
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El corazón de la historia lo forman tres jóvenes que no encajan en los moldes esperados: uno sin apellido, otro sin el físico ni el carácter que se espera de un caballero y el otro que parece tallado en piedra y fuego. 
Pero todos comparten algo más profundo: una voluntad férrea y una necesidad de pertenecer.
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 Su evolución no es lineal ni predecible, y eso los hace humanos, cercanos, memorables. No tienen nombre grande ni destino glorioso. Tienen dudas, heridas, rabia contenida y una necesidad brutal de demostrar que valen, aunque nadie se lo haya dicho nunca. Es fácil conectar con ellos porque, en el fondo, todos hemos sentido que no encajamos, que luchamos con armas prestadas y que queremos una vida que nos nombre.
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Hug: Noble de Tortosa, marcado por el desprecio familiar. Ve en el Temple una vía de redención y sentido. De hijo despreciado a caballero íntegro, enfrentado a dilemas morales. Sería la representación de quien lucha por conservar su esencia en medio del poder y la corrupción.
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Sunifred: Desarraigado, sin apellido ni linaje. Encuentra en el Temple una familia que nunca tuvo. De marginado a sargento templario, con liderazgo ganado a pulso. Para mí representaría aquel que se construye a sí mismo desde la nada.
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Arnau: Almogávar que encarna el espíritu de los guerreros de frontera, esos hombres que vivían entre montañas y sombras, siempre listos para la incursión. Su vida no se entiende sin la guerra, pero tampoco sin el honor. Un hombre real, con cicatrices que hablan más que sus palabras. Su cuerpo es herramienta, pero su mirada revela una inteligencia táctica que sorprende. No tiene títulos ni tierras, pero sí una causa.
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Aparte de ellos encontramos a:

Cixilona que encarna la fuerza silenciosa de las mujeres que sostienen el mundo sin que se les reconozca. No es una guerrera ni una santa, pero su legado se filtra en las decisiones, en los espacios, en las memorias que los templarios intentan descifrar.
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Bet es como esas personas que no hacen ruido, pero sin las cuales el mundo se desmoronaría, para mí encarna el refugio de Arnau.
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Pedro de Montcada: Pertenece a la influyente Casa de Montcada, senescales de Cataluña y aliados históricos de la Corona de Aragón. Su apellido abre puertas… y también impone silencios. Pertenece a la cúpula templaria.
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La ambientación histórica, cuidada y no recargada, no se limita a mostrar ciudades o batallas. Cada lugar —desde las orillas del Ebro hasta los caminos hacia Tierra Santa— se convierte en reflejo del estado interior de los personajes. La autora logra que el lector no solo vea la época, sino que la sienta: en el polvo de los caminos, en las miradas desconfiadas, en los pactos que se firman con sangre o con silencio. 
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Y por supuesto esa visita a mi querida ermita de San Bartolomé en el Cañón de Río Lobos, en Ucero, cuyo rosetón proyecta luz sobre la losa templaria durante el solsticio se convierte en metáfora de revelación…y no puedo decir más.
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La novela no se apoya en un único conflicto, sino que entrelaza conspiraciones, lealtades rotas, amistades improbables y dilemas éticos que se desarrollan con naturalidad. No hay giros forzados ni revelaciones espectaculares: hay decisiones que duelen, que cuestan, que definen. Y eso es lo que hace que cada página tenga peso.
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Yo, templario es una novela que no busca glorificar el pasado, sino entenderlo desde dentro. Con una prosa correcta y una sensibilidad que evita el exceso, la autora construye una historia que habla de identidad, de lucha y de la necesidad de encontrar un propósito cuando todo parece perdido. Es una lectura que deja huella, no por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta.
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Muy recomendada.

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