🅽🆄🅽🅲🅰 🆂🅰🅱🅴🆂 🆀🆄🅸é🅽 🅻🅻🅰🅼🅰 de @marmoreno2021
292 páginas
Género: thriller
Estamos ante una novela inquietante. Que aparezca un repartidor trayéndote un pedido e invada tu casa, tu cuerpo y tu vida, queriendo suplantar la identidad de tu marido, no es normal.
Pues esa es la acción detonante de esta novela, dividida en varios casos con las similitudes y diferencias que puede haber entre Luisa, Matilde y Rosa.
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Os cuento mis impresiones: al comenzar a leer esta novela empaticé inmediatamente con Luisa hasta tal punto que llegaba a sentir en mi interior la asfixia, el temor y la ansiedad.
A medida que se desarrollaba el texto, la autora con una gran perspicacia psicológica va desgranando la vida y circunstancias del agresor, de tal manera que piensas si en algún momento podrá redimirse con algunas palabras de sus víctimas.
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La intensidad de la novela te lleva a pedir más y a continuar, y aunque a veces hay extensos fragmentos biográficos del delincuente o acciones repetitivas por su "leitmotiv", acabas devorándola porque deseas saber el final de estos sucesos.
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La pluma de Mar es ágil y sencilla, para el ojo es una lectura rápida y agradable. Consigue mantener la tensión en toda la novela y debo decir que me encantan las 3 citas bibliográficas que el asesino nombra. Adoro las obras donde se citan otras.
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Y por supuesto, si hay un personaje que conocemos hasta la médula es el que he bautizado como "sin nombre", ya que sabemos absolutamente todo de él, menos su nombre. Un malévolo anónimo que podría ser cualquiera de nuestro alrededor: el cartero, el repartidor de Amazon, el inspector de contadores...el mal acecha en nuestra cotidianeidad y no lo percibimos. Claro, tampoco se trata de volvernos psicóticos.
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¿Tanto pueden influir las circunstancias en una persona para aislarla de sus emociones y convertirla en un asesino frío y vengativo? ¿Hasta dónde puede llegar una persona resentida con la vida? ¿Ocasionar el mal a tus semejantes puede satisfacer ese deseo de venganza por la vida que ellos tienen y tú no pudiste tener? ¿Qué detona ese afán de malignidad? ¿Lo llevamos en nuestros genes? Léelo
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