sábado, 9 de agosto de 2025

TRAFICANTES DE SUEÑOS


✨ TRAFICANTES DE SUEÑOS ✨ 
Autora: Mari Carmen Moreno 
Editorial: Olé Libros
Páginas: 138
Género: Poesía 
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Traficante de sueños no es solo un título. Es una advertencia delicada: si entras, no saldrás igual. El poemario se mueve como un contrabandista emocional, cruzando las fronteras invisibles entre lo que deseamos y lo que nos permitimos soñar. Mari Carmen Moreno, con voz íntima pero firme, no escribe para gustar: escribe para tocar.
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Cada poema es un fragmento de cristal. No por su fragilidad, sino por cómo refleja la luz interior que a veces olvidamos encender. Su lírica no se detiene en ornamentos, sino que hurga en lo cotidiano para arrancarle belleza incluso a los silencios más dolorosos. En estas páginas no hay decorado: hay vida, temblor, y la valentía de mirar sin filtros.
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El ritmo es casi táctil, como si las palabras tuvieran textura. Leerla es como acariciar una herida que aún no sabemos si queremos cerrar. La pluma de la autora no pretende rescatarte: te acompaña, te mira de frente, te ofrece sus versos como herramientas de desmontaje emocional.
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Hay algo en la voz que recorre el libro que recuerda a los susurros que uno se dice a sí mismo cuando nadie escucha. Por eso, más que poesía, Traficante de sueños es confesión. Es una danza entre lo que duele y lo que salva. Porque aquí, soñar no es gratuito: requiere coraje, pérdidas, pactos con uno mismo… y un poco de contrabando emocional.
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La autora construye un espacio íntimo donde el yo poético se repliega, se cuestiona y se protege. La introspección no es cómoda: es una burbuja insomne, frágil, que se enfrenta a sus propias contradicciones. El lenguaje se convierte en abrigo, pero también en espejo que devuelve verdades incómodas.
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El poemario se mueve entre dos planos: el mundo exterior, lleno de ruido, espejismos y decisiones impuestas, y el mundo interior, donde los sueños y presentimientos se agitan. Esta tensión genera un péndulo emocional que nunca se detiene, como si la autora viviera en constante negociación entre lo que es y lo que podría ser.
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Los sueños no son inocentes: se trafican, se intercambian, se ocultan. El deseo aparece como fuerza vital, pero también como riesgo. Soñar implica exponerse, perder, pactar con lo incierto. Hay una sensualidad contenida, una pulsión que atraviesa los versos sin volverse explícita.
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El lenguaje no es solo medio: es protagonista. Las palabras protegen, hieren, salvan. Moreno reivindica el poder del verso como forma de posicionarse ante el mundo, como escudo frente al olvido. Cada poema parece una pequeña barricada emocional construida con precisión.
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La vida se presenta como una sucesión de instantes, no como una línea continua. Hay una conciencia del paso del tiempo, de lo efímero, de lo que se escapa sin que podamos retenerlo. El poemario no busca eternidad, sino intensidad en lo fugaz.
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Hay una búsqueda constante de sentido, de lugar, de voz. La autora no ofrece certezas, sino preguntas que invitan a la introspección.
Esto hace que Traficante de sueños no sea solo un libro de poemas: es una cartografía emocional que se puede recorrer desde distintos ángulos.


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